Refiriéndose al mundo de su tiempo, José Martí dijo que era
semejante a “una ala rota”. Las calamidades que en este siglo han provocado las
luchas del poder, nos han devuelto la tristeza de esa imagen. Por eso mismo
debemos valorar la obra de aquellos hombres que procuran mantener intacto
nuestro vuelo.
Con discursos ambiguos, contradictorios, parecen haber
profanado el sentido –o como dice Silvio: ¿Qué le ha faltado a la verdad / para
quererla disfrazar? – el poeta restituye el valor de las grandes palabras; y a
su vez, da testimonio del sufrimiento de los hombres, de sus incertidumbres, de
su angustia ante la muerte, de sus precarias pero siempre renovadas esperanzas.
Como dijo Camus: “el mundo en que vivo me repugna, pero me siento solidario con
los hombres que sufren en él”. Y uno de los atributos esenciales de Silvio
Rodríguez es, precisamente, su solidaridad en la lucha y en la belleza. Por
eso, el ligero quiebre de su voz, pareciera nacer desde el mismo desgarro de
las historias que canta. Porque la canción de Silvio, que ha sido ovacionada en
grandes escenarios, pertenece, también, a las plazas de los pueblos, a las
universidades, a las fábricas y a las cárceles.
Vivimos en medio de una gran confusión. Una época de
lamentables claudicaciones, en que el economicismo pretende ponerle precio a lo
humano. Por eso Silvio se pregunta: “¿Qué necesita un ser humano / para no
apartarse de sí?... y tú, en función de relucir /dejas la magia humana / y vas
a interpretar otro papel.”
En una ocasión anterior creo hallar algo que nos identifica:
el anhelo de “seguir jugando a lo perdido”. De recuperar los valores que aquel
estoico Guevara, volviendo sobre la montura de su Rocinante, defendió con la
vida; luchando por esas palabras que se escriben con mayúsculas: Patria,
Libertad, Justicia, por esa
Comunión que tanto deseaba, por aquel vínculo entrañable de
hombres libres.
Ahora que el gesto heroico parece reprimido, Silvio propone,
una vez más, partir “en busca de un sueño / hermoso y rebelde”… “a caballo borrando
ignominias, miserias y hambre”. Porque el poeta puede, y debe, volver a
hablarnos de la utopía; ya que es capaz de ver por encima de la aparente
fatalidad de la historia.
Por su calidad humana, Silvio Rodríguez pertenece a esa raza
de hombres que, en palabras de Camus, “superan los obstáculos gracias al verbo
y a la rebeldía”.
Y su poesía, tiene el alto valor que adquiere la tinta
cuando es fiel a la sangre.
Ernesto Sabato
Santos Lugares, 10 de marzo de 1998
Créditos
Grabación análoga. Mezcla análoga. Masterización digital.
Grabación: Jurek y Maykel
Mezcla: Maykel, Jurek y Silvio
Masterización: Víctor Cicard
Foto de portada: Niurka González
Diseño: Roque
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